Con el objeto de familiarizar a sus clientes con el
desarrollo de la industria textil a través del tiempo,
Hilanderías Bogotá S.A. elaboró la siguiente reseña
textil que contiene:
HISTORIA DEL HILADO
El
arte de hilar las fibras para formar un hilo es tan antiguo
que sobrepasa las fechas históricas. Se ha comprobado la
existencia de algunos tejidos de fibras naturales utilizados
por el hombre de las cavernas cuando el mamut y otros animales
prehistóricos todavía vagaban por la faz de la tierra.
La hilatura en si no responde al descubrimiento o invención
de algún hombre o época; mas bien se trata de una
acumulación de conocimientos y pequeños avances
tecnológicos por parte de millones de hombres, a través de
miles de años de esfuerzos para encontrar la mejor forma de
satisfacer las necesidades de cada día.
En Europa Central, en el cenagoso fondo de
los lagos de Ginebra y Constanza se han encontrado, algunos
manojos de lino limpio, listo para ser convertido en tela. Es
la primera vez que aparece una tela donde es evidente que este
pueblo de la nueva edad de piedra había aprendido a hacerla
entretejiendo gruesas fibras de hierba. Porque los hombres,
probablemente, aprendieron a tejer antes de haber aprendido a
hilar, ya que había siempre hierba y fibras a mano y
resultaba bastante sencillo tejerlas. Debió ser mas tarde
cuando aprendieron a hilar sus hebras y a hacer con ellas
telas para sus prendas, y luego, empezaron a
tejer el vellón de sus animales, convirtiéndolo en paño de
lana.
Desde
luego, cuando se inventó el arte de hilar, la lana se
convirtió en el material mas útil del mundo para hacer
vestidos, para la gente que habitaba en climas fríos; pero
donde quiera el sol era intenso y ardiente, la gente seguía
usando el limpio y fresco lino. En el antiguo Egipto era mas
fino que el actual, y a los faraones los envolvían en sus
firmes y suaves pliegues para sepultarlos. Algunas de estas
telas, semejantes a telarañas han durado hasta hoy. En los
tiempos bíblicos, "la púrpura y el hermoso lino"
eran la ropa de los reyes.
En los antiguos jeroglíficos egipcios
aparecen hombres y mujeres ocupados en labores de hilandería
y tejeduría.
Es en la cultura china donde encontramos el
desarrollo de la seda como fibra: hace unos cuarenta y seis
siglos hubo una princesa china llamada Liu-Tsu, que a los 14
años de edad se casó con el emperador Huang – Ti . En esos
tiempos, hasta de una reina se esperaba un trabajo útil, y
Liu-Tsu, quien tomó el nombre de Si-Ling-Chi, se preguntó si
no se podría hacer algo de valor con las hermosas hebras que
hilaban en sus capullos los gusanos de seda, a los que solía
observar cuando trabajaban. Las hebras eran tan hermosas,
resistentes y lustrosas, que si lograba desenredarlas,
conseguiría la tela más hermosa que hubiera visto en el
mundo.
Con este propósito observó pacientemente
los gusanos y trabajó con los capullos hasta descubrir la
forma de desenredar las delicadas hebras para que giraran
alrededor de sí mismas. El resto resultó fácil, ya que
todos sabían tejer cualquier clase de hebra hasta
transformarla en tela. Y así fue como la reina proporcionó
al mundo la seda y se hizo famosa, hasta la convirtieron en
diosa y para los chinos lo sigue siendo. Muy pocos de estos
relatos son verdaderos, fueron inventados por la gente y
quedaron como leyendas.
La
útil fibra pronto pasó a otros países, llegó a la India,
Persia, y finalmente a Grecia y Roma; Cuando hizo su primera
aparición en Grecia antes de Alejandro Magno valía
literalmente lo que pesaba en oro porque había recorrido un
largo trecho; y durante muchos siglos seguiría siendo un
artículo de lujo. Porque aunque los chinos enviaban seda a
otros países nunca revelaron cómo se obtenía. Guardaron el
secreto sobre su valioso descubrimiento y hasta decretaron que
sería ejecutada toda persona que intentara sacar del país
algunos de los gusanos de seda o las semillas de la morera de
que estos se alimentaban.
Este secreto resultó imposible de
conservar eternamente, se reveló poco a poco y, viajó por
todo el mundo. Se cuenta que a cierta princesa china que
marchaba para casarse con un príncipe en la India, le
resultaba insoportable la idea de separarse de sus gusanos de
seda, y por eso ocultó algunos de sus huevos y unas semillas
de morera en su tocado y los llevó con sigo a la India, donde
los sembró y enseñó a los nativos a hacer la seda. También
apareció en el Japón alrededor del año 300 d. C. cuando
cuatro chinas vinieron a enseñar la técnica.
En el siglo VI dos monjes que habían
estado en China contaron al Emperador Justiniano el proceso
utilizado por los chinos para fabricar seda, quien los envió
nuevamente allí para que trajeran todo lo necesario para
producirlo en occidente. Pese a la restricción de China los
monjes lograron sacar los huevos ocultos en sus bastones de
bambú huecos, y esos huevos fueron el origen de la industria
sericícola en el Imperio Romano.
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